Estas semanas he tenido que hacerme cargo de unos pollos a los que he terminado de
criar con papilla. Esto supone
estar pendiente de ellos: cuándo se les vacía el
buche, prepararles la comida, que crezcan bien, verificar que aprendan a
pelar semillas con destreza, etc.
Cuando van aprendiendo a comer solos también
espabilan y comienzan a ser bastante gamberros. Es una forma de
conocer el mundo, curiosear... si estuvieran en la jaula con sus padres es cuando saltan del nido e investigan todo.
Pues bien, a veces este
espíritu aventurero también da sobresaltos, en este caso por suerte todo ha salido bien, pero hay que ir con mil ojos porque a veces hacen
contorsiones imposibles, se enganchan con cualquier cosa y quedan
atrapados, y eso puede suponer que se hagan
daño o pasen horas
sin alimentarse, con consecuencias fatales.
Comparto unas fotos de una
gamberrada de un polluelo que me dio
un buen susto cuando me lo encontré dentro de un
comedero.